martes

A la mémoire des Francais á Cabrera.

La historia nos revela sucesos incómodos de recordar y por ello obviamente olvidados por modas políticas.
En el siglo XIX, España tenía muchos "Guantánamos", y uno de ellos fue la isla balear de Cabrera, donde se hacinaron y aislaron unos 10.000 franceses derrotados en las guerras contra Napoleón.
Firmada la paz en 1.814, se repatriaron apenas 3.000 supervivientes.
Cuatro años en un islote yermo, sin caza ni pesca; miles de desesperados sin futuro alguno ... con todos los problemas psicológicos, sociales, y de simple supervivencia.
En la isla hay un monumento del que no encuentro fotografías que simplemente reza:
A la mémoire des Francais á Cabrera.


Reproduzco un fragmento de Víctor Claudín: Tiempo de Historia nº 84, noviembre de 1981
1809-1814
La agonía de los franceses de Cabrera

El 27 de julio de 1810, cuando un manto de agonía cubre la isla, los ingleses se llevan a oficiales y suboficiales. A bordo del Britania llegan a Plymouth y a Portsmouth luego, desembarcan y son conducidos a la prisión de Portchester, donde permanecerán hasta 1814. Unos días después, el 15 de agosto, fiesta del Emperador, los que permanecen en tierra organizan una pitanza especial en la gran marmita comunitaria: cada uno pone cinco habas, se mete a un gato salvaje cazado en el bosque de pinos y unas cuantas ratas; hay también algunos salmonetes y un pulpo. Las lagartijas salvajes no las cogen; las consideran peligrosas para comer. Con lo fácil que es apresarlas al no tener miedo al hombre. Por riguroso orden, todos ponen manos a la obra. Es un auténtico festín. Hay quien se emborracha de alegría, de risa, de esperanza.

Pero Cabrera no es mas que un coto de envidias, desconfianzas y suspicacias, de hombres divididos en rabiosos por escapar, desesperados que se arrastran por el monte y algunos resistentes. Los que sólo sueñan en huir tienen la posibilidad en las barcas de los españoles que pescan en la bahía de Cabrera. Unos lo consiguen y llegan a Berbería y, al fin, en septiembre de 1813, los evadidos se unen a las tropas francesas: son más de treinta hombres. Masson, el cerebro de la fuga, no conseguiría un bergantín para liberar a sus compañeros hasta el 1 de marzo de 1814. Casi lo consigue.

Pero siguen llegando prisioneros. En 1812, la Europa aliada envía a la isla el contingente más importante: unos mil quinientos prisioneros embarcados en Alicante. No creen lo que les espera y, como hicieran los primeros, recorren la isla, ven la inmensa cola que espera un poco de agua, llegan hasta una gruta donde se agolpan cuatrocientos presos conducidos allí por su locura, por su enfermedad o por castigo a sus robos. También está allí Jeanne, que perdió a los gemelos, a la burra y a su compañero y que ahora se repliega sobre si misma con la mirada perdida y riendo sin cesar... Son "los tártaros". Los de Alicante se horrorizan. Pero aún no han visto todo, les queda el hospital, mero vestíbulo del "Valle de los Muertos".

Wagré, el cabo de la fuente, prepara otra fuga. Mientras, nadie cree todavía en la derrota y retirada del Ejército Imperial.

En una de las visitas de los ingleses, un comandante vomita y al retroceder hacia el bergantín ven como un prisionero lame y devora el vómito. Se da poco, pero incluso se ven cosas peores, como aquel eremita que se comía la mierda.