viernes

Premonición de la guerra atómica, 1920.



"El profesor Gustavo Le Bon, de París, que viene haciendo experimentos interesantes, ha comprovado que las radiaciones del radio atraviesan un muro de piedra de metro y medio de espesor, separando las piedras unas de otras. Si estos rayos tropezasen con una superficie metálica, tal como el blindaje de un acorazado, dicha superficie despediría chispas eléctricas que en un segundo harían estallar su Santa Bárbara, carbonizando la tripulación.
Las radiaciones dirigidas en líneas paralelas del radio podrían penetrar los más sólidos edificios, las fortalezas, los polvorines y arsenales, destruyéndolo todo a su paso.
Y esto que parece fantasía de novelista, depende únicamente de poder llegar a conseguir cantidades suficientes de este cuerpo, lo cual no es nada fácil por ahora. Como es sabido, el radio se halla mezclado en cantidades infinitesimales con el uranio y otros cuerpos, necesitándose toneladas de ellos y una serie de manipulaciones costosísimas para obtener algún miligramo de él, siendo contadísimos los países donde se encuentra, y calculándose que en el mundo no llegue a un par de kilogramos la cantidad que existe de esta substancia maravillosa.
La dificultad de su obtención es la que aleja la posibilidad de convertirlo por ahora, en agente destructor y guerrero."







Extracto de "El radio, agente destructor", incluído en el libro "Maravillas y Revelaciones de la Gran Guerra", escrito por los capitanes Miguel Gistau y Vicente Valero, que fué editado sobre 1920 en Barcelona por la Casa Editorial Maucci.